De lo apócrifo I: Zapatazos…
I
En Cuba empezaron a circular hace ya veinte años, al menos con inusual interés de los lectores, los llamados Novedades de Moscú. No es el hecho de que costaran 15 centavos. Tampoco recuerdo que tuvieran figuritas a colores –hubieran terminado de forros de libretas como las “URSS”, “Misha” y demás isótopos de la prensa soviética. Mucho menos hubo mujeres ligeritas de ropa o fotos de cenas opíparas. Nada de eso. La cosa es que empezaron a contar cosas sobre la URSS bastante peculiares y empleaban siniestros conceptos “occidentales” y altisonantes como “estalinismo” y “libertad de expresión”.
En aquella época, afortunada falta de amigos letrados o que lo parecieran, yo era un lector de lo que iba dejando mi papá por los muebles de la sala; así que un día atrape uno y empecé a leerlo con esa morbosidad de los adolescentes cuando están de vacaciones de su ácne en el mundo adulto. Había mil cosas muy apócrifas en esos periódicos que leía mi papá.
Como jugaba mucho ajedrez y solía tener previsto el juego hasta el movimiento 14 más o menos, fruto de tanto libro de Capablanca que digería en aquella temporada pre-Halley, me quedaba mirando a mis vecinos rusos y les ponía sus caras a los supuestos personajes que iban desfilando por mis lecturas. Así fue como el sanguíneo e iracundo instructor de ajedrez se ganó en mi mente el sobrenombre de Krushov.
II
Pero la cosa no paraba en eso: empecé ha hacer preguntas de política. Como tengo unos primos mayores que yo, y en aquella época cercanos a mi en alma y geografía, les toco recibir las primeras andanadas. Cuando mencioné al Sr. Krushov, mi primo apartó el tablero con una apertura inglesa bastante nefasta para mí y soltó una carcajada de esas de “cuando te cuente esto…” Así resumió mi primo a Krushov: un bolo gordo ahí que fue presidente cuando la Crisis de Octubre -aún no había llegado al eufemismo occidental e ilustrativo de Crisis de los Misiles- y que metió zapatazos en la ONU.
Se que no parece muy de adolescentes este dialogo, pero eran otros tiempos en que las muelas bizcas de política eran el sine qua non de la adultez adelantada.
¿Zapatazos?
Según mi primo, cuando los yumas quisieron agredir a Cuba en 1962, Krushov se había quitado el zapato y había dicho “con Cuba no, con Cuba no, o los enterraremos a todos ustedes!” Enseguida pensé en Muratov (el temible instructror) y entendí el sudor helado que debía haber recorrido la sala de la ONU, en aquella época para mi una especie de Teatro Karl Marx donde la gente iba ha hacerle un juicio interminable al imperialismo de vez en cuando; a semejanza de aquellos que hacían los títeres del programa Escenario Escolar al Tio Sam. Aquel flaco era lo peor: no se cortaba las uñas nunca... Por suerte un cocodrilo erizado de cañones se carcajeaba de sus garras bien impúdicamente al son del Chámame a Cuba.
Luego nos pasamos como dos horas hablando de que era un kilotón, una reacción en cadena, el uranio 238 y finalmente nos fuimos muy tranquilos al circulo social Félix Elmuza convencidos por los libritos “Quienes Amenazan a la Paz” que coleccionaba mi tía; de que los malos eran los Tios Sams y los buenos los Krushovs y el osito Misha. Eran las postrimerías –esta palabreja la saque de un Novedades de Moscú- de la Guerra Fría.
III
En 1992 se pusieron de acuerdo todos aquellos actores de la Guerra Fría y nos dieron una magistral lección. Se fueron a Cuba McNamara, los que quedaban del ejército de la época URSS con ganas de viajar a Cuba y los talentos locales que ya se sabe quienes son.
Mi primo no estaba ni medianamente cerca para vivir juntos el debate, pero cada vez que oía la palabra Krushov, me daba un salto el corazón de poder ver un imaginario video de la época donde los zapatazos resonaran en la ONU; que a estas alturas nos hacía juicios y nos acusaba de ser violadores de aquellas mismas palabras de los Novedades de Moscú con el aditivo de ser “último reducto de la Guerra Fría” Ya el Tio Sam los había engatuzado con merengues y no se que otras cosas.
Nada de Krushov y el zapato. Por supuesto que volvieron los kilotones, las reacciones en cadena y una gran cantidad de parafernalia bélica. La luz se iba a cada rato para empeorar.
Así que deseché el tema y me dedique a cosas lejanamente cercanas al uranio, como la electricidad y el magnetismo; que venían a ser una partida de ajedrez que tenía que ganarles a Machín y los demás profesores que me esperaban en un tribunal de Física, por suerte menos circular y agobiante que los de la Historia.
IV
La wikipedia es, probablemente, la resurrección y consolidación de todas mis lecturas de adolescencias. Con ella he ido rellenando poco a poco los huecos que la pereza y la carencia de medios para informarme –y de vez en cuando los prejuicios por supuesto- habían dejado en mí.
Hoy entré en ella buscando un poco de imparcialidad respecto a eso que parece será monotema de esta nuestra comunidad internacional; llamada diáspora, emigrantes y demás (términos occidentales para muchos “alla”) Y me vino a la mente Krushov.
Así que buscador mediante, logré liquidar la duda que de haber leído un poco la Biblia o la prensa del corazón, podía haberme aclarado bien fácil. Resumiendo: Nihil novum sub sole (Eclesiastés, 1. 10)
V
Definitivamente me gustó más el cuento apócrifo de mi primo. En el, Krushov se había quitado el zapatos ¡de mentiritas! El muy ladino, según me había contado, llevaba ambos zapatos puestos en el momento cumbre de la historia. Había hecho una astuta demostración de ira con zapatazos y todo sólo para impresionar. El famoso zapato lo llevaba en el bolsillo.
Pero la realidad, y esto es lo que no es nada nuevo, había sido bien distinta. Si se había quitado el zapato y no había sido cuando la Crisis de Octubre, sino que todo fue ante un filipino al que llamó, y aquí no hay que aclarar de quien es lengua franca esto; “estupido lacayo del imperialismo” (para curiosos: “Холуй и ставленник империализма" y para mis amigos chipiacheros: koluj i stavlennik imperializma)
Así fue como en realidad fueron a parar a La Historia el lacayo, el sanguíneo y el zapato... Los mísiles espero que hayan desaparecido también.
3 comments:
En aquella epoca yo era un chamaquito y tenia un socito cuyo abuelo era periodista y recibia el "novedades de moscu" y el "sputnik" que tambien empezó a escribir "caliente" en esa epoca de la "glasnot".
Nunca se me olvidará un sputnik cuya portada era un butacón lleno de medallas, el titulo decia: Bresnev, un lider cómodo. Hacian leña a Bresnev en aquel sputnik, fue uno de los últimos en entrar.
Como me he reido con lo del zapato de Krushov :)
De ese Sputnik me acuerdo. Tenía unos reportajes muy buenos y críticos de toda la vida de Bresniev, hasta con fotos de su casa. Lo leí años después, en la Lenin, cuando yo y mis compañeros de aula comenzábamos a construirnos una incipiente idea política a campo traviesa.
Ni siquiera las revistas Sputnink se pudieron librar de la maldición de Mercedes Sosa ("todo cambia"). Dejaron de ser la ventana por la que uno se asomaba al paraíso eslavo, al futuro próximo, con los sonrientes pilotos de naves intergaláxicas de cándidos ojos a lo Tio Stiopa, los chistes inocentones de sociedad beatificada que no dan risa pero recuerdan cuan bueno es ser bueno, y las hermosas mesas cubiertas de manteles de lino, servidas con panes horneados en sus horas de ocio por integrales obreras-doctoras-partidistas-intelectuales, colocados en vajillas de plata junto al caviar. Pasaron a ser ventanas a la descarnada realidad donde se veía a la misma obrera-partidista-intelectual y al mismo piloto intergaláctico salir a la calle, pero con la sonrisa cubierta grotescamente por una venda de tela y los cándidos ojos azul celeste terriblemente furiosos.
No en balde no cerraron la ventana de golpe en las narices. No estábamos listos aun para la adultez. Pero una vez contemplada, aunque sea de reojo, ya no hay marcha atrás. Con la Sputnink también cesaron de llegar las Mishas, y así terminó nuestra infancia eufémica y comenzó nuestra adolescencia política.
Es curiosa la simbiosis (voluntaria o no) que se llegó a establecer entre una nación con una idiosincrasia tan "caribeñística" como la nuestra y la patria de los bolcheviques. Creoq ue durante mi infancia, identifiqué Guerra Fría y demás con "muñequitos rusos", "pioneros por el comunismo" y otros detalles con rasgos de cotidianeidad, que si bien no pasaban desapercibidos para mi joven psique, no marcaban pautas en mi andr por la vida. Eso fué hasta que un día me llevaron, en junto a mis "compañeritos" de 4 grado de la Raúl Suárez, mi añorada escuela primaria de Campanario, a "asaltar" un buque ruso en la bahía de La Habana. La visita (al menos para mi) tuvo un cierto aire tétrico, todos los marineros rusos que me sonreían eran posibles pederastas del este y nad, absolutamente nada, pudo convencerme que aquello era lo que yo me merecía un lunes por la mañana.
Y me ratifiqué en ello cuando al abandonar aquella mole flotante, el capitán del barco se me acercó y me regaló un juego de postales... de la Revolución de Octubre.
Y yo con estos pelos...
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