Ahhhhhhhh : ) me resulta conocido el pajarillo. Ahora mismo el que se me posa en el hombro mira el video con ojos entrecerrados y esponjoneandose dentro de las plumas.
Tienes esos detalles tan especiales...
Gracias por todo y por el blog. Uno puede venir aqui a descansarse el alma (y a esponjonearse).
Ese gorrión......... Cuando yo era Niña, en tiempos de una de las grandes crisis, mi hermano cazaba gorriones, los mataba en el portal, los lavaba en la llavecita que estaba pegada al piso y a mí me daba asco porque el piso del portal siempre estuvo rugoso, y gris, y lleno de tierra. Y después de quitarles la sangre les cortaba las patas, y la cabeza, y lo que debía ser cortado, les sacaba las plumas, lavaba entonces las pechugas y escondidos en la cocina nos cocinábanos como podíamos las pechuguitas diminutas, tiernas. Y todavía hoy puedo mirar con ternura los gorriones, supongo que fue un sacrificio temporal que terminó en hermanamiento, o se transfiguró, quién sabe. Lo mejor es que ese asesinato infantil que era más acto de supervivencia inconsciente, o quizás juego, que es lo mismo, no terminó nunca como cargo de conciencia, como suele pasarnos a los expulsados del paraíso. Pero era yo entonces Niña, existían aún esos milagros.
2 comments:
Ahhhhhhhh : ) me resulta conocido el pajarillo. Ahora mismo el que se me posa en el hombro mira el video con ojos entrecerrados y esponjoneandose dentro de las plumas.
Tienes esos detalles tan especiales...
Gracias por todo y por el blog. Uno puede venir aqui a descansarse el alma (y a esponjonearse).
Este post me ha salvado el día.
Ese gorrión......... Cuando yo era Niña, en tiempos de una de las grandes crisis, mi hermano cazaba gorriones, los mataba en el portal, los lavaba en la llavecita que estaba pegada al piso y a mí me daba asco porque el piso del portal siempre estuvo rugoso, y gris, y lleno de tierra. Y después de quitarles la sangre les cortaba las patas, y la cabeza, y lo que debía ser cortado, les sacaba las plumas, lavaba entonces las pechugas y escondidos en la cocina nos cocinábanos como podíamos las pechuguitas diminutas, tiernas. Y todavía hoy puedo mirar con ternura los gorriones, supongo que fue un sacrificio temporal que terminó en hermanamiento, o se transfiguró, quién sabe. Lo mejor es que ese asesinato infantil que era más acto de supervivencia inconsciente, o quizás juego, que es lo mismo, no terminó nunca como cargo de conciencia, como suele pasarnos a los expulsados del paraíso. Pero era yo entonces Niña, existían aún esos milagros.
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