Tuesday, October 03, 2006

Marcelo en la Madre Patria: Aftermath

Hoy me levanté oyendo a Jim Morrison. Hacía muchos años que no estaba de ánimo para ser yo mismo a las 7 AM a la vez que Morrison balbucea sus “This is the end, beautiful friend” y yo me quede inerte. Creo que ya en Cuba no podía oírlo sin sentir la sobrecogedora fuerza de sus versos… El CD durmió en gavetas y gavetas, allí donde ciertas fotos...

Dios mío ese “The End” allá por el 2003...



Y sin embargo, yo lavándome los dientes a la vez que mirando los claros que van ganando terreno en mi pelo. Allá lejísimo –treinta años- Jim se entrega a su hybris. Esta pasando el tiempo para mi claro, Jim es eterno…

Pero también es verdad que el bálsamo de las horas va sanando rebanadas y llenando cavidades. O eso cree, con poco entusiasmo y muchas lagañas, Marcelo:

I
Si, es verdad que el tiempo pasa; que no se puede arrastras las anclas del pecho eternamente sin que algún día venga un amanecer que te sorprenda con su luz y tú veas en todo su detalle el amplio surco que has dejado atrás en tu empecinamiento…

En el surco hay un interminable desfile de días. Sepultados o destrozados por el peso de las anclas, se han ido. Tan estérilmente, pero se han ido. Pienso en la niebla que a veces llena mis ojos cuando miro adelante… En esos días Pink Floyd y Led Zeppelín alternan sus imágenes cuando me voy rumbo al trabajo.




Es otoño… Siempre poniendo unas hojitas en mi camino, que suelo ver revolotear con no sé que extraños patrones y dibujos en el aire; que me recuerdan a mi, a ti que ahora lees, a Casal en su piso 27 en Toronto, a mis padres leyendo los escasos correos que me animo a escribir… Y por supuesto, a una niña que juega con un conejo que voló de China a la Madre Patria sólo para luego seguir viaje a Cuba e irse a dormir todas las noches con esa niña; que si, es mi hija.

Mi hija que ya sabe pintar casitas con bombillitas llenas de unas rayas que según recuerdo yo y quizas tú también pintamos... Hablamos por teléfono, cuenta hasta 20 conmigo y alguna que otra vez pregunta inocentemente por que tengo que colgar.

En mi cartera hay una foto donde mi hija juega con una hojita también; sentada en aquel sillón junto al árbol de guayaba, sin hojas. El otoño ha llegado allí también, pero llueve.

III

Should I fall out of love, my fire in the light
To chase a feather in the wind
Within the glow that weaves a cloak of delight
There moves a thread that has no end.

For many hours and days that pass ever soon
The tides have caused the flame to dim
At last the arm is straight, the hand to the loom
Is this to end or just begin?




*all of my love, all of my love, all of my love to you. (repeat)

The cup is raised, the toast is made yet again
One voice is clear above the din
Proud aryan one word, my will to sustain
For me, the cloth once more to spin

Chorus

Yours is the cloth, mine is the hand that sews time
His is the force that lies within
Ours is the fire, all the warmth we can find
He is a feather in the wind

Chorus

VI
Supongo que lo justo sería contar aquí una larga saga de trámites, pifias, sortilegios –fallidos y otros no tanto; toneladas de papel y fotocopias que como orcos de Sauron me persiguen y perseguirán para siempre… A lo mejor sería hasta útil. Si, esta todo solucionado: trabajo, papeles y toda la lista de siempre. Incluso, queda la música, como diría Aute.

¿Cómo puedo ser amargo con tanto confeti de mi lado, con tanto folio acuñado en el horizonte?


V
¿Importa algo quien es Marcelo? Miro a mí alrededor. Creo que no, es uno más; la Madre Patria es un barco que nos ha recogido. Compañeros de naufragio vamos todos en ella.

Allí en la proa esta alguien que conozco imaginando una empresa con que dejar de preocuparse por el próximo despido. Por los fanales vagan los náufragos que persiguen inútilmente los fantasmas del consumo, tristes corren tras una TV por cable o una crema que les quitará años y años a su piel… Y tantos, tantos; marcando el paso o remando, conservando sus manos y su alma lo mejor posible; ansiosos de llegar a casa y sentir aun la delicadeza de los pétalos de las flores que en secreta disidencia cultivan.

Y luego el espanto que me causa la larga cola de extranjería, llena de dramas insolutos y angustias nocturnas; atrapados todos en esa especie de monstruosa red que arrastra la nave de la Madre Patria en su azaroso navegar con la proa invariablemente rumbo al Dinero y la Opulencia...


VI
No hay finales felices o tristes, pues en realidad nada acaba del todo realmente. No hay aftermath; sólo una gran mesa llena velas apagadas, lanzas rotas y alguna que otra rosa. Borrones y folios en blanco.

Pero me quedo con este final imaginario en que cómo el erizo de cierto animado, voy una y otra vez a visitar a un amigo lejano –que sería el oso del cuento- mientras llevó a mi espalda el enigmático atillo. Al igual que él, mi vida avanza a una rara distancia de lo que me rodea, sólo entrenido en ocasiones con lo que encuentro en el fondo de ciertos pozos: estrellas y ecos.

Entonces aparece una y otra vez el Caballo Blanco.



Buscándolo entre en la niebla voy. El final posible lo narra el cuento: estoy sentado a su lado al calor del fuego, pero me pregunto una y otra vez en un minuto infinito, que será del Caballo Blanco; allá en la Niebla…

Y es que ahí están los libros de Vallejo, el árbol de guayaba y los dibujitos de mi hija para recordarme: el momento más terrible de mi vida no ha llegado todavía.

Ahora lo sé tan bien…

3 comments:

wcloister said...

El aftermath de Marcelo me ha dejado mudo. Así que dejaré que hablen las imágenes.

El aire envenenado. El viento ardiente. El paisaje quebrado. El rostro de Marcelo cubierto por la máscara. El traje sucio de hojas secas. Las botas cubiertas de polvo gris.

Pero allá dentro, detrás de los ojos, en las cavidades lovecraftianas, crece el bosque de las esporas.


http://www.youtube.com/watch?v=Y43ZZAe4wgg&mode=related&search=


Dichosos aquellos a quienes les pesa el corazón, pues no lo llevan vacío.

Anonymous said...

The hedgehog in the fog es de Yuri Norstein, solo me pregunto la musica de quien sera. La escena en que el erizo, tanteando en la niebla con su varita, encuentra el arbol es la que me ha dejado pensando.

Anonymous said...

tienes razon: los mejores casi pasan desapercibidos o los comentarios no les hacen justicia; excepto los del cloister, siempre tan perceptivo y pronto a dejar palabras muy precisas, ayudar con los recuerdos y ofrecer cariño..aun desde lejos.

ahora sabemos tan tan bien que el peor momento todavia no habia llegado...