La Muela Bizca Proudly Presents: Dream Havana
Lo que considero una necesaria reflexión. Todo el éxito del mundo a sus realizadores.
Más info aqui
Agradecimientos a Mave.
Fragmento 1
Fragmento 2
Tuesday, October 31, 2006
Saturday, October 28, 2006
Visual Chipiachi: Videos inventados o forros
La creatividad de la TV cubana de los 80s me sorprende otra vez. No tenían el video original de esta canción, sólo un LP en vynil y... ¡se inventaron uno!
El disco aparecio en España bajo el nombre de Los pájaros carpinteros del espacio. La portada aparece protagonizada por un extraño ser, una especie de bicho astronauta que poco tiene que ver con el animal que nos indica el título. Evidentemente los autores no deseaban pagar derechos por la imagen de Woody, el famoso Pájaro loco de la tele, y optaron por un ser de discutible parecido. Pero nuestros programadores no...
Para contratar con la memoria:
Hey
hey man
what's you? It's a woodpecker from space.
Woodpeckers from space
woodpeckers from space.
When I woke up with a shock I didn't know the reason why.
Still dark outside but yet a light and I heard a funny cry.
I was jumping out of bed and bumped my head against the door.
By the time I was okay
I heard that funny cry once more.
Woodpeckers from space
just can't believe it.
Woodpeckers from space
how do you do?
It was a funny looking bird and he stood right before my eyes.
With a space suit and a laser-gun he was only passing by.
I was looking at a spacebird
he was right in front of me.
I was hypnotized by his eyes
and he told me where he wants to be.
Don't be afraid but take me to the hottest spot in town
'Cause we like to move our body on that incredibal funky sound.
I took him down to the boogie ground
and we really had a lot of fun.
I said listen everybody do the woodpecker-boogie
Come on
let's have some fun.
Do you feel allright
do you feel okay?
I'm your woodpecker from space.
Start snapping
start rapping
everybody likes woodpecker rapping.
Woodpeckers from space
just can't believe it. . . .
La creatividad de la TV cubana de los 80s me sorprende otra vez. No tenían el video original de esta canción, sólo un LP en vynil y... ¡se inventaron uno!
El disco aparecio en España bajo el nombre de Los pájaros carpinteros del espacio. La portada aparece protagonizada por un extraño ser, una especie de bicho astronauta que poco tiene que ver con el animal que nos indica el título. Evidentemente los autores no deseaban pagar derechos por la imagen de Woody, el famoso Pájaro loco de la tele, y optaron por un ser de discutible parecido. Pero nuestros programadores no...
Para contratar con la memoria:
Hey
hey man
what's you? It's a woodpecker from space.
Woodpeckers from space
woodpeckers from space.
When I woke up with a shock I didn't know the reason why.
Still dark outside but yet a light and I heard a funny cry.
I was jumping out of bed and bumped my head against the door.
By the time I was okay
I heard that funny cry once more.
Woodpeckers from space
just can't believe it.
Woodpeckers from space
how do you do?
It was a funny looking bird and he stood right before my eyes.
With a space suit and a laser-gun he was only passing by.
I was looking at a spacebird
he was right in front of me.
I was hypnotized by his eyes
and he told me where he wants to be.
Don't be afraid but take me to the hottest spot in town
'Cause we like to move our body on that incredibal funky sound.
I took him down to the boogie ground
and we really had a lot of fun.
I said listen everybody do the woodpecker-boogie
Come on
let's have some fun.
Do you feel allright
do you feel okay?
I'm your woodpecker from space.
Start snapping
start rapping
everybody likes woodpecker rapping.
Woodpeckers from space
just can't believe it. . . .
Friday, October 27, 2006
Ciclo de experiencias oníricas y de la Entamoeba Hystolitica
I
De niño me encantaban los ciclones. Allá por octubre de 1979, escuchaba con indiferencia las noticias de que habían caído 15 millones de metros cúbicos de agua: que el alcantarillado de la Habana casi había colapsado de tanto llover. No me importaba. Lo que yo pensaba era en las tardes y los días con igual luz gris, las gotitas de agua haciendo pequeñas perlas en las sogas donde una vecina colgaba sus bacalaos a secar.
El radiecito Sanyo de mi papá y unos animalitos del jueguito de zoológico dormían a mi lado mientras el mundo de volvía agua.
En la radio, un locutor recitaba el infinitamente repetido parte de la Defensa Civil donde recomendaban hervir el agua, despejar tragantes, no tocar cables caídos. Y por supuesto, cada vez un nuevo nombre: David, Alberto, Frederick… Este último fue especialmente lluvioso.
Al intentar ir a la escuela con mi papá, nos encontramos una gran cantidad de gente muy seria oyendo a la directora explicar que seriamos reubicados, pues las aulas de la Marcelino Gutiérrez estaban con peligro de derrumbe.
Para colmo, al llegar a casa de mi abuela, esta le dijo muy alarmada a mi papá, que había un brote de amebas en el barrio; que si me dejaba era su problema. Me dejaron.
Yo no sabía que era una ameba.
Yo: ¿tata, que es una ameba?
Ella: ay mijo, eso es unos bichos que están en el agua sin hervir y que si te los tragas haces diarreas con sangre y te puedes deshidratar.
Yo: ¿y que es deshidratarse?
Ella: Mira, ¿tú vez esta piel aquí debajo del cuello? Pues se te empieza a quedar flojita así…Dale, vamos, que el almuerzo esta riquísimo…
Me comí toda la comida sin tomarme un vaso de agua.
Al otro día me dijeron en la escuela que teníamos que irnos para la Concepción Arenal, al lado del Teatro Martí. A mi me tocaba irme junto a Guillermina y Leda a un aulita con una puerta destartalada. En vez de mesa tenía un pupitre.
Todo eso lo sufriría estoicamente; casi me daba igual. Pero Guillermina decía que la escuela estaba llena de niños con amebas. Empecé a sentirme mal. Me imaginaba que los “bichos esos“estaban esperándome en todas partes. Cuando llegaba a casa e iba al baño, esperaba nervioso que no fuera una diarrea con sangre y también me cansé de
mirar mi cuello en el espejo a ver si estaba hidratado como dios manda.
Los ciclones ya no me gustaban tanto, dejaban a niños sin escuela y traían amebas…
II
Volví a mi escuela de siempre, pero había hecho amiguitos en la Concepción Arenal. A los dos o tres años pasó inexorablemente otro ciclón en octubre. Era el “Alberto”. En mi casa todo lo que había de comer congelado se echó a perder.
Así que me fui con mi abuela a buscar comida, por primera vez en años, que no fuera hecha en casa. Al final fuimos a “El Patio” y compramos congrí con pollo frito.
-¡Que precios!, protestaba mi abuela. ¡A 6,50 un pollo con congrí!
Al pasar por la Plaza del Cristo y justo en una Ceiba que había cerca de la iglesia; vi por primera vez unos pequeños hongos. Tanta lluvia había hecho que crecieran entre las raíces. Fui a coger uno de los hongos cuando mi abuela me dijo:
-¡No!, que vas a coger parásitos
Mi primo mayor estaba dando ya botánica en quinto grado y tenía un herbario incipiente. Trate de convencer a mi abuela que esos no eran hongos venenosos, pues no eran rojos ni tenían manchitas.
Me tuve que ir sin mis hongos.
Al llegar a casa, cruce y me fui a ver a mi primo y le dije que había hongos en un lugar secreto y que si me llevaba le explicaba. Mi primo se empezó a reír y le metimos a mi abuela el cuento de que íbamos a un recién estrenado Campo de Tiro de la SEPMI a tirar “pellets” Mi abuela nos dejó.
Llegamos al parque y no quedaba un hongo. Los niños del “Albergue“ que quedaba cerca habían roto y pisoteado la hierba de las raíces y estaban jugando al “comefango” o telepón, como le decíamos en la Marcelino.
Mi primo y yo nos envalentonamos y empezamos a jugar.
Al intentar hacer el “8” con el dardo –un pedazo de escoba con un clavo- perdí, pues el clavo chocó con una piedrecilla. Me tocó comerme mi bolita de fango…
De vuelta a casa empecé a imaginar el regaño que me darían, pues iba que parecía salido de un potrero. Cuando me lavé las manos –mal- y deje el manchón de fango en la toalla, mi abuela me sentenció: tú vas a coger amebas…
Esa noche tuve mi primera pesadilla de amebas. En ella, los bichos se deslizaban por las paredes y se me metían por la boca cuando me dormía.
No volví a jugar más nunca al telepón. Ni cogí amebas.
III
-Tienes amebas, me dijo a boca de jarro la doctora del Hospital Nacional a la que me llevaron en la ambulancia de la Lenin. Así que te vas 11 días de certificado médico.
Me quería morir. Imaginaba a mi mama dándome comidas sin azúcar ni nada rico. Yo ya sabía muy bien lo que era una ameba, así que me sentí culpable y castigado por mi pecado mortal: robar cubos de refresco del comedor de la beca.
Hablé con mi mamá y le dije que me dejara quedarme a dormir en casa de mi abuela, que nunca tenía tiempo casi ya de estar con ella. Recogí el mismo maletín de la beca y me fui haciendo una lista de todo lo que estar becado no me dejaba hacer y que iba a intentar hacer.
La lista:
- Ir con mi primo a la Peña de Poesía del Parque Maceo
- Oír rock con los peluos del Parque del Pescado
- Leerme un libro que me habían prestado con los “Cuentos de Amor” del Marques de Sade
- Ir a la Cinemateca de Cuba y ver un par de “clavos”
Hice eso y más. Pero nada como haber visto “Hiroshima Mon Amour” Salí del cine con una mezcla de sentimientos rarísimos. El mundo era de por si un poco enrarecido para alguien que estaba becado y salía de pase; pero aquella mujer me había perturbado con su nocturnidad sensual y las gotitas de agua de su piel eran para mi una verdadera provocación.
Emmanuelle Riva –miré el nombre nada más salir del cine- había vívido lejos de las amebas…
VI
Hoy en hace un día que parece de ciclón: gris. Esa calma que precede al tremendo chaparrón.
Me levanté y al coger un libro de fotografía digital que estoy leyéndome. Tiene tantos campos de aplicación que, en el camino al trabajo, dudaba cual me gustaría que fuera mi primera foto “seria”.
Me vino a la mente el telepón. Y Emmanuelle. Y un ciclón desde la altura de un avión caza-huracanes. Pero en realidad creo que no habría nada mejor que el enemigo invisible de tantos años: la Entamoeba Hystolitica…
Hay que evitar pensar en las dificultades que a veces tiene el mundo, sino se volvería completamente irrespirable
Emmanuelle Riva, Hiroshima Mon Amour
I
De niño me encantaban los ciclones. Allá por octubre de 1979, escuchaba con indiferencia las noticias de que habían caído 15 millones de metros cúbicos de agua: que el alcantarillado de la Habana casi había colapsado de tanto llover. No me importaba. Lo que yo pensaba era en las tardes y los días con igual luz gris, las gotitas de agua haciendo pequeñas perlas en las sogas donde una vecina colgaba sus bacalaos a secar.
El radiecito Sanyo de mi papá y unos animalitos del jueguito de zoológico dormían a mi lado mientras el mundo de volvía agua.
En la radio, un locutor recitaba el infinitamente repetido parte de la Defensa Civil donde recomendaban hervir el agua, despejar tragantes, no tocar cables caídos. Y por supuesto, cada vez un nuevo nombre: David, Alberto, Frederick… Este último fue especialmente lluvioso.
Al intentar ir a la escuela con mi papá, nos encontramos una gran cantidad de gente muy seria oyendo a la directora explicar que seriamos reubicados, pues las aulas de la Marcelino Gutiérrez estaban con peligro de derrumbe.
Para colmo, al llegar a casa de mi abuela, esta le dijo muy alarmada a mi papá, que había un brote de amebas en el barrio; que si me dejaba era su problema. Me dejaron.
Yo no sabía que era una ameba.
Yo: ¿tata, que es una ameba?
Ella: ay mijo, eso es unos bichos que están en el agua sin hervir y que si te los tragas haces diarreas con sangre y te puedes deshidratar.
Yo: ¿y que es deshidratarse?
Ella: Mira, ¿tú vez esta piel aquí debajo del cuello? Pues se te empieza a quedar flojita así…Dale, vamos, que el almuerzo esta riquísimo…
Me comí toda la comida sin tomarme un vaso de agua.
Al otro día me dijeron en la escuela que teníamos que irnos para la Concepción Arenal, al lado del Teatro Martí. A mi me tocaba irme junto a Guillermina y Leda a un aulita con una puerta destartalada. En vez de mesa tenía un pupitre.
Todo eso lo sufriría estoicamente; casi me daba igual. Pero Guillermina decía que la escuela estaba llena de niños con amebas. Empecé a sentirme mal. Me imaginaba que los “bichos esos“estaban esperándome en todas partes. Cuando llegaba a casa e iba al baño, esperaba nervioso que no fuera una diarrea con sangre y también me cansé de
mirar mi cuello en el espejo a ver si estaba hidratado como dios manda.
Los ciclones ya no me gustaban tanto, dejaban a niños sin escuela y traían amebas…
II
Volví a mi escuela de siempre, pero había hecho amiguitos en la Concepción Arenal. A los dos o tres años pasó inexorablemente otro ciclón en octubre. Era el “Alberto”. En mi casa todo lo que había de comer congelado se echó a perder.
Así que me fui con mi abuela a buscar comida, por primera vez en años, que no fuera hecha en casa. Al final fuimos a “El Patio” y compramos congrí con pollo frito.
-¡Que precios!, protestaba mi abuela. ¡A 6,50 un pollo con congrí!
Al pasar por la Plaza del Cristo y justo en una Ceiba que había cerca de la iglesia; vi por primera vez unos pequeños hongos. Tanta lluvia había hecho que crecieran entre las raíces. Fui a coger uno de los hongos cuando mi abuela me dijo:
-¡No!, que vas a coger parásitos
Mi primo mayor estaba dando ya botánica en quinto grado y tenía un herbario incipiente. Trate de convencer a mi abuela que esos no eran hongos venenosos, pues no eran rojos ni tenían manchitas.
Me tuve que ir sin mis hongos.
Al llegar a casa, cruce y me fui a ver a mi primo y le dije que había hongos en un lugar secreto y que si me llevaba le explicaba. Mi primo se empezó a reír y le metimos a mi abuela el cuento de que íbamos a un recién estrenado Campo de Tiro de la SEPMI a tirar “pellets” Mi abuela nos dejó.
Llegamos al parque y no quedaba un hongo. Los niños del “Albergue“ que quedaba cerca habían roto y pisoteado la hierba de las raíces y estaban jugando al “comefango” o telepón, como le decíamos en la Marcelino.
Mi primo y yo nos envalentonamos y empezamos a jugar.
Al intentar hacer el “8” con el dardo –un pedazo de escoba con un clavo- perdí, pues el clavo chocó con una piedrecilla. Me tocó comerme mi bolita de fango…
De vuelta a casa empecé a imaginar el regaño que me darían, pues iba que parecía salido de un potrero. Cuando me lavé las manos –mal- y deje el manchón de fango en la toalla, mi abuela me sentenció: tú vas a coger amebas…
Esa noche tuve mi primera pesadilla de amebas. En ella, los bichos se deslizaban por las paredes y se me metían por la boca cuando me dormía.
No volví a jugar más nunca al telepón. Ni cogí amebas.
III
-Tienes amebas, me dijo a boca de jarro la doctora del Hospital Nacional a la que me llevaron en la ambulancia de la Lenin. Así que te vas 11 días de certificado médico.
Me quería morir. Imaginaba a mi mama dándome comidas sin azúcar ni nada rico. Yo ya sabía muy bien lo que era una ameba, así que me sentí culpable y castigado por mi pecado mortal: robar cubos de refresco del comedor de la beca.
Hablé con mi mamá y le dije que me dejara quedarme a dormir en casa de mi abuela, que nunca tenía tiempo casi ya de estar con ella. Recogí el mismo maletín de la beca y me fui haciendo una lista de todo lo que estar becado no me dejaba hacer y que iba a intentar hacer.
La lista:
- Ir con mi primo a la Peña de Poesía del Parque Maceo
- Oír rock con los peluos del Parque del Pescado
- Leerme un libro que me habían prestado con los “Cuentos de Amor” del Marques de Sade
- Ir a la Cinemateca de Cuba y ver un par de “clavos”
Hice eso y más. Pero nada como haber visto “Hiroshima Mon Amour” Salí del cine con una mezcla de sentimientos rarísimos. El mundo era de por si un poco enrarecido para alguien que estaba becado y salía de pase; pero aquella mujer me había perturbado con su nocturnidad sensual y las gotitas de agua de su piel eran para mi una verdadera provocación.
Emmanuelle Riva –miré el nombre nada más salir del cine- había vívido lejos de las amebas…
VI
Hoy en hace un día que parece de ciclón: gris. Esa calma que precede al tremendo chaparrón.
Me levanté y al coger un libro de fotografía digital que estoy leyéndome. Tiene tantos campos de aplicación que, en el camino al trabajo, dudaba cual me gustaría que fuera mi primera foto “seria”.
Me vino a la mente el telepón. Y Emmanuelle. Y un ciclón desde la altura de un avión caza-huracanes. Pero en realidad creo que no habría nada mejor que el enemigo invisible de tantos años: la Entamoeba Hystolitica…
Friday, October 13, 2006
Thursday, October 12, 2006
Puente de la Hispanidad: Dia Ochentón, anglosajón y a mucha honra!
Aqui te va mi selección ochentona, fresona y todos los isótopos...
(Un guiñito a Trash Club & Other Lara´s Adictions, que es verdad que no todo fue Pink Floyd; tienes razón que bastante fresas-comercial-etc que oimos en Radio Marti con el programa de Salvador...)
(Buggles. Video Kills the Radio Star. 1980)
(Ultravox. Vienna. 1981)
(Culture Club. Time. 1982)
(Tears for Fears. Shout. 1983)
(the Cure. Love Cats 1984)
(Human League. Human. 1985)
(New Order. Bizarre Love Triangle. 1986)
(Pet Shop Boys. King´s Cross. 1987)
(Salt-N-Peppa. Push it!. 1988)
(Depeche Mode. Enjoy The Silence. 1989, la antigua...)
PD: A solicitud:
Para NOA: Bangles. Walk Like an Egyptian.
Aqui te va mi selección ochentona, fresona y todos los isótopos...
(Un guiñito a Trash Club & Other Lara´s Adictions, que es verdad que no todo fue Pink Floyd; tienes razón que bastante fresas-comercial-etc que oimos en Radio Marti con el programa de Salvador...)
(Buggles. Video Kills the Radio Star. 1980)
(Ultravox. Vienna. 1981)
(Culture Club. Time. 1982)
(Tears for Fears. Shout. 1983)
(the Cure. Love Cats 1984)
(Human League. Human. 1985)
(New Order. Bizarre Love Triangle. 1986)
(Pet Shop Boys. King´s Cross. 1987)
(Salt-N-Peppa. Push it!. 1988)
(Depeche Mode. Enjoy The Silence. 1989, la antigua...)
PD: A solicitud:
Para NOA: Bangles. Walk Like an Egyptian.
Wednesday, October 11, 2006
Memorias de la Vida Laboral (Parte II)
I
Una vez que logré dar el salto mental de que la Ingeniería Eléctrica había acabado para mí, todo empezó a verse más claro. Los “chavitos” que ganaba en la EMCE fueron ahorrados escrupulosamente, y logré tener los suficientes para poder comprar un pequeño PC 486-DX con que retomar mi perdida vocación de informático. Ahora faltaba el tiempo, los libros y la concentración
Tenía el dinero suficiente para vivir tres meses sin trabajar, que felicidad madre mía...
Pero tampoco quería holgazanear abiertamente. Punta Brava –donde vivía en ese entonces- era un lugar perfecto para dedicarse por completo a una cosa. Da igual cual. Es un lugar cerrado y lejano, que te libera de la tentación de darte un paseíto o cualquier otra cosa similar. Pero hay vecinos. Cientos. Miles de vecinos serviciales, curiosos e indiscretos. Así que cuando me compré el PC y lo traje a casa, me tocó recibir una interminable ronda de visitas casuales e inocentonas que sólo pretendían ver si me había traído Internet a casa. Tampoco me faltó gente con “y tu me puedes arreglar una que tengo allá en casa...” De más esta decir que era un PC de 1983 lo menos.
Así que metí el PC en el cuarto, aprendí a comer con pocas salidas al mercado y me hice del hábito de “salir a trabajar” cada mañana. En realidad estaba sin trabajo.
II
En aquellos días todavía estaba recién inaugurada en el Malecón la Agencia de Cooperación Española (AECI). Y que biblioteca tenía. Debo haberla recomendado lo menos a 100 personas.
Ahí estaban todos los libros de informática que necesitaba, ordenadores para practicar y sobre todo silencio… Me hice una rutina. De 10 AM a 2 PM estudiaría con los libros que no podía sacar. Luego a comer un pan con jamón inevitablemente en Obispo y por 50 centavos de dólar con su batido respectivo. Caminaría por la Habana Vieja lo mínimo hasta las 4:30 PM y en la tarde practicaría con los ordenadores hasta las 6:30 PM. Luego una guaguita del MINCIN hasta el Hospital Frank País. Todo esto lo repetía tres meses, día a día. Al llegar a casa dormía unas 2 horas y me levantaba hasta las 2 AM lo mínimo a programar con mi triste 486, que para compilar en Java y Visual Basic 6 se demoraba hasta acabar mi paciencia.
Era un PC magnifico, resistió de todo.
Así reaprendí nuevamente a programar. Diseño gráfico lo básico al menos –Photoshop, Flash y mucha teoría de diseño de interfaces. No perdía ni un minuto. En la guagua a casa leía los libros que me prestaban en la AECI: JavaScript, Java, El Uso del Scanner en el Diseño Gráfico, HTML, CSS… Los libros de O´Reilly se acumulaban en la cabecera de mi cama.
Nunca olvidaré un lanzamiento de “La Isla Infinita” que hicieron y en la que llegué a sentir que quizás no debía volver a tener un horario de trabajo rígido nunca más. Fue una decisión desde ese día.
También recuerdo el 4 de agosto del 2000, en Punta Brava oyendo el Concierto No 2 de Rachmaninov y feliz de haber podido instalar en mi cacharrito (que llamaba cariñosamente Shibka, como en Ulises 31) el DreamWeaver 2 y el Photoshop 5. Empezaba con el tema de hacer websites. Otra decisión: donde trabajará tenía que poder oír música. Sobre todo a Mark Knopfler, que en aquella época me acompañaba su CD a todas partes.
Tuve suerte. Alguien me presentó en el Capitolio a un español que quería hacer un sitio de su carnicería en Bilbao. Y pagaba 500 dólares. Me hice con el trabajo.
Estuve cerca de perder los párpados. No dormía y la cosa no salía bien. El día final llegaba. Recordé a los soldadores de la EMCE. Me dedique a estudiar aún más y pasaba menos tiempo en “tirar para alante”. Al final lo terminé y funcionó. El viejo consejo de los soldadores que trabajaban en la EMCE (más vale cortar una vez y medir mil veces que cortar mil veces por medir una vez) había salvado la cosa. Empecé a ganar confianza en mi mismo y otro punto a mi lista: donde estuviera, tenía que ganar dólares.
Decidí que era tiempo de volver a trabajar. Y mejorar mi PC. Le dije adiós a la AECI, la Habana Vieja y sus panes con jamón; y también al paseo por el Malecón para buscar la guagua del MINCIN. A todos ellos: gracias.
III
Le di el currículo a un amigo de la carrera que trabajaba en la EPROB. Fui a la entrevista –el salario era una mierda, pero no importaba; necesita una red y muchos PCs poder seguir avanzando- y empecé al otro día.
La EPROB era genial. Tenía guaguas, se trabajaba jornada intensiva, pues no tenían comedor y el AUTOCAD 14 lo sabía trabajar a la perfección. Me quedaba tiempo. La gente me gustaba. El patio de la EPROB era un oasis de tranquilidad para leer, darle vueltas en la cabeza a lo que me ocupaba (me recuerdo haciendo esquemas de bases de datos con los palitos de las ramas de los árboles) Me la pasé muy bien.
Recuerdo lo bien que lo pasé el día de la inauguración de la olimpiada de Sydney 2000. Estábamos en la Heladería Alondra del Boulevard –entonces nueva y brillante- comiendo esos sabrosos helados.
En el desfile que ponían en la TV, no olvidaré nunca que las dos Coreas desfilaban juntas con una rara bandera híbrida. Brindamos con la “Copa Sydney 2000”, al increíble precio de 1.95 dólares, por lo de siempre: salud, dinero y amor. En secreto, brindé por un buen servidor de dominio con que estudiar Windows NT 4.0
Aunque la red de ordenadores era una mierda, pero pude probar de todo: DNS, servidores web, bases de datos. Fueron 3 meses más de testing. Me sentí apto para el paso final. O casi. Era diciembre del 2000.
IV
Me entrevistó Frank Campos, antiguo director de un SOFTCAL (EPD) que era pura ruinas. Pero tendría Internet, trabajo en proyectos de portales de comercio electrónico y unas ganas de hacer cosas me inundaron. Frank: GRACIAS POR CONFIAR EN MI.
Trabajé como nunca. Coleccionaba los impresos que iba leyendo en el viaje de vuelta a casa y así fui llenando las lagunas que no estudiar la carrera me habían podido dejar. Era como una energía inagotable. Oía música, tenía horario libre, aprendía y aprendía…
Cada día usaba menos a Shibka, ahora superada por los PCs de SOFTCAL; pero de vez en cuando al llegar a casa le dedicaba unos minutos al viejo Photoshop. No podía perder la forma.
De verdad, me encantaba SOFTCAL. La gente me llegó a odiar de tanta exigencia que me imponía y transmitía a todo lo que merodeaba. Quería ser bueno. Sabía que había que ganar más, que barquear más –me lo repetían a mí alrededor día a día- pero no me importaba. Cada día entendía más y poco a poco llegaba a entusiasmarme lo que hacía.
En Julio del 2001 presentaba en METANICA y luego en el stand del GTI un portal de comercio electrónico que cambiaría el curso de mi vida para siempre. Era muy feliz.
Esa tarde, a Shibka la apagué para siempre. Gracias a ti también, mi cacharrito.
I
Una vez que logré dar el salto mental de que la Ingeniería Eléctrica había acabado para mí, todo empezó a verse más claro. Los “chavitos” que ganaba en la EMCE fueron ahorrados escrupulosamente, y logré tener los suficientes para poder comprar un pequeño PC 486-DX con que retomar mi perdida vocación de informático. Ahora faltaba el tiempo, los libros y la concentración
Tenía el dinero suficiente para vivir tres meses sin trabajar, que felicidad madre mía...
Pero tampoco quería holgazanear abiertamente. Punta Brava –donde vivía en ese entonces- era un lugar perfecto para dedicarse por completo a una cosa. Da igual cual. Es un lugar cerrado y lejano, que te libera de la tentación de darte un paseíto o cualquier otra cosa similar. Pero hay vecinos. Cientos. Miles de vecinos serviciales, curiosos e indiscretos. Así que cuando me compré el PC y lo traje a casa, me tocó recibir una interminable ronda de visitas casuales e inocentonas que sólo pretendían ver si me había traído Internet a casa. Tampoco me faltó gente con “y tu me puedes arreglar una que tengo allá en casa...” De más esta decir que era un PC de 1983 lo menos.
Así que metí el PC en el cuarto, aprendí a comer con pocas salidas al mercado y me hice del hábito de “salir a trabajar” cada mañana. En realidad estaba sin trabajo.
II
En aquellos días todavía estaba recién inaugurada en el Malecón la Agencia de Cooperación Española (AECI). Y que biblioteca tenía. Debo haberla recomendado lo menos a 100 personas.
Ahí estaban todos los libros de informática que necesitaba, ordenadores para practicar y sobre todo silencio… Me hice una rutina. De 10 AM a 2 PM estudiaría con los libros que no podía sacar. Luego a comer un pan con jamón inevitablemente en Obispo y por 50 centavos de dólar con su batido respectivo. Caminaría por la Habana Vieja lo mínimo hasta las 4:30 PM y en la tarde practicaría con los ordenadores hasta las 6:30 PM. Luego una guaguita del MINCIN hasta el Hospital Frank País. Todo esto lo repetía tres meses, día a día. Al llegar a casa dormía unas 2 horas y me levantaba hasta las 2 AM lo mínimo a programar con mi triste 486, que para compilar en Java y Visual Basic 6 se demoraba hasta acabar mi paciencia.
Era un PC magnifico, resistió de todo.
Así reaprendí nuevamente a programar. Diseño gráfico lo básico al menos –Photoshop, Flash y mucha teoría de diseño de interfaces. No perdía ni un minuto. En la guagua a casa leía los libros que me prestaban en la AECI: JavaScript, Java, El Uso del Scanner en el Diseño Gráfico, HTML, CSS… Los libros de O´Reilly se acumulaban en la cabecera de mi cama.
Nunca olvidaré un lanzamiento de “La Isla Infinita” que hicieron y en la que llegué a sentir que quizás no debía volver a tener un horario de trabajo rígido nunca más. Fue una decisión desde ese día.
También recuerdo el 4 de agosto del 2000, en Punta Brava oyendo el Concierto No 2 de Rachmaninov y feliz de haber podido instalar en mi cacharrito (que llamaba cariñosamente Shibka, como en Ulises 31) el DreamWeaver 2 y el Photoshop 5. Empezaba con el tema de hacer websites. Otra decisión: donde trabajará tenía que poder oír música. Sobre todo a Mark Knopfler, que en aquella época me acompañaba su CD a todas partes.
Tuve suerte. Alguien me presentó en el Capitolio a un español que quería hacer un sitio de su carnicería en Bilbao. Y pagaba 500 dólares. Me hice con el trabajo.
Estuve cerca de perder los párpados. No dormía y la cosa no salía bien. El día final llegaba. Recordé a los soldadores de la EMCE. Me dedique a estudiar aún más y pasaba menos tiempo en “tirar para alante”. Al final lo terminé y funcionó. El viejo consejo de los soldadores que trabajaban en la EMCE (más vale cortar una vez y medir mil veces que cortar mil veces por medir una vez) había salvado la cosa. Empecé a ganar confianza en mi mismo y otro punto a mi lista: donde estuviera, tenía que ganar dólares.
Decidí que era tiempo de volver a trabajar. Y mejorar mi PC. Le dije adiós a la AECI, la Habana Vieja y sus panes con jamón; y también al paseo por el Malecón para buscar la guagua del MINCIN. A todos ellos: gracias.
III
Le di el currículo a un amigo de la carrera que trabajaba en la EPROB. Fui a la entrevista –el salario era una mierda, pero no importaba; necesita una red y muchos PCs poder seguir avanzando- y empecé al otro día.
La EPROB era genial. Tenía guaguas, se trabajaba jornada intensiva, pues no tenían comedor y el AUTOCAD 14 lo sabía trabajar a la perfección. Me quedaba tiempo. La gente me gustaba. El patio de la EPROB era un oasis de tranquilidad para leer, darle vueltas en la cabeza a lo que me ocupaba (me recuerdo haciendo esquemas de bases de datos con los palitos de las ramas de los árboles) Me la pasé muy bien.
Recuerdo lo bien que lo pasé el día de la inauguración de la olimpiada de Sydney 2000. Estábamos en la Heladería Alondra del Boulevard –entonces nueva y brillante- comiendo esos sabrosos helados.
En el desfile que ponían en la TV, no olvidaré nunca que las dos Coreas desfilaban juntas con una rara bandera híbrida. Brindamos con la “Copa Sydney 2000”, al increíble precio de 1.95 dólares, por lo de siempre: salud, dinero y amor. En secreto, brindé por un buen servidor de dominio con que estudiar Windows NT 4.0
Aunque la red de ordenadores era una mierda, pero pude probar de todo: DNS, servidores web, bases de datos. Fueron 3 meses más de testing. Me sentí apto para el paso final. O casi. Era diciembre del 2000.
IV
Me entrevistó Frank Campos, antiguo director de un SOFTCAL (EPD) que era pura ruinas. Pero tendría Internet, trabajo en proyectos de portales de comercio electrónico y unas ganas de hacer cosas me inundaron. Frank: GRACIAS POR CONFIAR EN MI.
Trabajé como nunca. Coleccionaba los impresos que iba leyendo en el viaje de vuelta a casa y así fui llenando las lagunas que no estudiar la carrera me habían podido dejar. Era como una energía inagotable. Oía música, tenía horario libre, aprendía y aprendía…
Cada día usaba menos a Shibka, ahora superada por los PCs de SOFTCAL; pero de vez en cuando al llegar a casa le dedicaba unos minutos al viejo Photoshop. No podía perder la forma.
De verdad, me encantaba SOFTCAL. La gente me llegó a odiar de tanta exigencia que me imponía y transmitía a todo lo que merodeaba. Quería ser bueno. Sabía que había que ganar más, que barquear más –me lo repetían a mí alrededor día a día- pero no me importaba. Cada día entendía más y poco a poco llegaba a entusiasmarme lo que hacía.
En Julio del 2001 presentaba en METANICA y luego en el stand del GTI un portal de comercio electrónico que cambiaría el curso de mi vida para siempre. Era muy feliz.
Esa tarde, a Shibka la apagué para siempre. Gracias a ti también, mi cacharrito.
Saturday, October 07, 2006
El Final de "El Yuma, el Yelo y La Madre Patria"
(OST. Magnolia)
It's not
What you thought
When you first began it
You got
What you want
Now you can hardly stand it though,
By now you know
It's not going to stop
It's not going to stop
It's not going to stop
'Til you wise up
You're sure
There's a cure
And you have finally found it
You think
One drink
Will shrink you 'til you're underground
And living down
But it's not going to stop
It's not going to stop
It's not going to stop
'Til you wise up
Prepare a list of what you need
Before you sign away the deed
'Cause it's not going to stop
It's not going to stop
It's not going to stop
'Til you wise up
No, it's not going to stop
'Til you wise up
No, it's not going to stop
So just...give up
(OST. Magnolia)
It's not
What you thought
When you first began it
You got
What you want
Now you can hardly stand it though,
By now you know
It's not going to stop
It's not going to stop
It's not going to stop
'Til you wise up
You're sure
There's a cure
And you have finally found it
You think
One drink
Will shrink you 'til you're underground
And living down
But it's not going to stop
It's not going to stop
It's not going to stop
'Til you wise up
Prepare a list of what you need
Before you sign away the deed
'Cause it's not going to stop
It's not going to stop
It's not going to stop
'Til you wise up
No, it's not going to stop
'Til you wise up
No, it's not going to stop
So just...give up
Friday, October 06, 2006
Cuentos de guajiros: El león entre mariposas
Una mariposa valiente y aventurera, con la pintada cabeza llena de
fantasía, le dijo a una mariposa artista:
- Voy a velar el bostezo de un león. Cuando abra la boca penetraré en
ella y libaré en el cielo de su paladar, donde he oído decir que existe
la miel del león:
Y la mariposa artista dijo:
- Vamos, voy a ver esa aventura.
Y llegaron donde un león. Y cuando el león bostezó la mariposa
aventurera entró por los afilados dientes, y ya en el cielo del paladar
desenrolló la trompita y comenzó a libar al tiempo que el león cerraba
la boca.
La mariposa artista no se apartó del lugar porque estaba velando el
próximo bostezo del león.
Y cuando el león bostezó de nuevo, la mariposa artista se introdujo en
la abierta boca para ver el efecto del color que hacían las alas rojas
y amarillas de la mariposa aventurera pegadas contra el cielo del
paladar del león, que era rosado. Y suspiró de gusto cuando vio tan
bello efecto.
Entretanto el león terminó su bostezo y atrapó también a la mariposa
artista.
El león que lo sabía todo y era justo, dijo:
-Ay, pobre de mi que moriré viejo y témido; y sin embargo qué bella
muerte tuvieron esas mariposas. Las dos murieron extasiadas.
Samuel Feijoo (1952)
Una mariposa valiente y aventurera, con la pintada cabeza llena de
fantasía, le dijo a una mariposa artista:
- Voy a velar el bostezo de un león. Cuando abra la boca penetraré en
ella y libaré en el cielo de su paladar, donde he oído decir que existe
la miel del león:
Y la mariposa artista dijo:
- Vamos, voy a ver esa aventura.
Y llegaron donde un león. Y cuando el león bostezó la mariposa
aventurera entró por los afilados dientes, y ya en el cielo del paladar
desenrolló la trompita y comenzó a libar al tiempo que el león cerraba
la boca.
La mariposa artista no se apartó del lugar porque estaba velando el
próximo bostezo del león.
Y cuando el león bostezó de nuevo, la mariposa artista se introdujo en
la abierta boca para ver el efecto del color que hacían las alas rojas
y amarillas de la mariposa aventurera pegadas contra el cielo del
paladar del león, que era rosado. Y suspiró de gusto cuando vio tan
bello efecto.
Entretanto el león terminó su bostezo y atrapó también a la mariposa
artista.
El león que lo sabía todo y era justo, dijo:
-Ay, pobre de mi que moriré viejo y témido; y sin embargo qué bella
muerte tuvieron esas mariposas. Las dos murieron extasiadas.
Samuel Feijoo (1952)
Thursday, October 05, 2006
Días de Vino y Rosas.
I
Casi nunca me enfermo. Cuando eso sucede, mi organismo me da pistas y generalmente acierta: come arroz, acuéstate boca abajo... El estómago es mi talón de Aquiles.
Hoy a las 10 AM me dijo: recoge y vete a casa. Le hice caso.
Por el camino a casa entré a comprarme unas uvas y pan fresco (aquí se mezclan los consejos de mi cuerpo con otros venidos del viento, digamos) y esperando para pagar empezó a sonar en el hilo musical “A Horse With No Name” en la voz de Jimmy Webb de America.
II
Hace 14 años atrás estaba esperando el rutero 7 para Alamar. Los “sentados” estaba terrible de gente abanicándose. El calor de la parada de Kasalta era inhumano. La gente miraba la boca del túnel con una mezcla de aturdimiento y ansiedad.
El rutero dobló en la esquina y la angustia trocó en alivio. Me senté junto a la puerta a leerme un recién comprado librito de David Buzzi llamado Mariana y poco a poco la guagua se desvaneció y allí estaba yo en la Habana de los 60, en mi imaginación oscura y llena de gente vestida de uniformes. Algo me hizo volver. La muchacha que llevaba sentada a mi lado estaba silbando. Lo hacía bien, con maestría. Pero no identificaba la canción.
Una y otra vez la melodía.
En aquella época yo tenía una capacidad lamentablemente perdida hoy: hablar con alguien desconocido. Así que le pregunté por la canción.
Nos reímos. Me preguntó quien era Buzzi. Y yo que a quién silbaba.
- David Buzzi, escritor cubano; mucho gusto.
- Bruce Hornsby and the Range, cantante y compositor norteamericano.
Nos dimos la mano y nos reímos aun más. Como se reía. Me contó que se “había echado” los turnos de la tarde para ver Hook en el XI Festival. Le había dicho a la profesora que tenía diarreas y que le habían caído mal unas croquetas.
Bajamos en la Avenida de los Cocos, en Alamar y nos fuimos a ver la película. Seguía la risa pero ahora con Robin Williams.
Me hacía bromas con Julia Robert y oí todos los chistes feministas que puedo aguantar en un solo día.
- ¿En qué se parecen un hombre y un tubo de pasta?
- Grrrrrr...
- En que hay que apretarlos para que suelten la pasta...
III
Había una escena memorable en que el Peter Adulto de Robin Williams evoca un conjuro que logra materializar una mesa fastuosa y de colorines: surrealista. No recuerdo más de la película, pero la ovación del cine fue unánime, el estruendo total...
El XI Festival es un cine de barrio en medio de una ciudad satélite. Se fue la luz y me quede sin ver si Peter Pan rompía lanzas por un beso de Campanilla.
Al salir, los coloridos manjares no aparecieron. Ni el rutero. Pero nos reíamos todavía...
IV
Empezamos a vernos en la parada de Kasalta. Su padre era inventor nato, y en su casa había ese maná del cielo urbano llamado antena parabólica. Le gustaba por sobre todo un disco de America, pero nunca lo ponían en VH1. Madonna y Elton John estaban en auge. Y yo seguía oyéndola silbar a Bruce cuando nos sentábamos a comer las cosas que conseguíamos en las cafeterías de Alamar. “Cientos de años, miles de días...” como decía parodiando su “rollito de proyector” preferido.
Y seguíamos echándonos los turnos viendo el VH1. Los chistes feministas mutaron a chistes sobre comida. Creo que nos escondiamos de una Habana de los 90 donde sólo se hablaba de comida. En los sueños de mucha gente flotaba un banquete como el de Peter Pan.
Una tarde estábamos comiendo unos patitiesos espaguetis cuando empezó a tocar Bruce Hornsby su “The Way It Is”
Fue un éxtasis total. Tocaba en el brazo del sillón los supuestos acordes de la canción y yo me reía muchísimo de aquella pianista entusiasmada que tenía diarreas cada vez que estrenaban una película en HBO. Nos pusimos a cantar las canciones del programa y la risa y la risa, hasta que se fue otra vez la luz.
V
Mi amiga esta ahora mismo lejísimo. Chateamos y me río. No sé si tendrá ganas aún de comer aquel tremendo festín. Desde aquí no te puedo tirar cake, lo siento. Pero me voy a poner a tocar en el brazo de mi sillón con el 1, 2, 3 y...
I
Casi nunca me enfermo. Cuando eso sucede, mi organismo me da pistas y generalmente acierta: come arroz, acuéstate boca abajo... El estómago es mi talón de Aquiles.
Hoy a las 10 AM me dijo: recoge y vete a casa. Le hice caso.
Por el camino a casa entré a comprarme unas uvas y pan fresco (aquí se mezclan los consejos de mi cuerpo con otros venidos del viento, digamos) y esperando para pagar empezó a sonar en el hilo musical “A Horse With No Name” en la voz de Jimmy Webb de America.
II
Hace 14 años atrás estaba esperando el rutero 7 para Alamar. Los “sentados” estaba terrible de gente abanicándose. El calor de la parada de Kasalta era inhumano. La gente miraba la boca del túnel con una mezcla de aturdimiento y ansiedad.
El rutero dobló en la esquina y la angustia trocó en alivio. Me senté junto a la puerta a leerme un recién comprado librito de David Buzzi llamado Mariana y poco a poco la guagua se desvaneció y allí estaba yo en la Habana de los 60, en mi imaginación oscura y llena de gente vestida de uniformes. Algo me hizo volver. La muchacha que llevaba sentada a mi lado estaba silbando. Lo hacía bien, con maestría. Pero no identificaba la canción.
Una y otra vez la melodía.
En aquella época yo tenía una capacidad lamentablemente perdida hoy: hablar con alguien desconocido. Así que le pregunté por la canción.
Nos reímos. Me preguntó quien era Buzzi. Y yo que a quién silbaba.
- David Buzzi, escritor cubano; mucho gusto.
- Bruce Hornsby and the Range, cantante y compositor norteamericano.
Nos dimos la mano y nos reímos aun más. Como se reía. Me contó que se “había echado” los turnos de la tarde para ver Hook en el XI Festival. Le había dicho a la profesora que tenía diarreas y que le habían caído mal unas croquetas.
Bajamos en la Avenida de los Cocos, en Alamar y nos fuimos a ver la película. Seguía la risa pero ahora con Robin Williams.
Me hacía bromas con Julia Robert y oí todos los chistes feministas que puedo aguantar en un solo día.
- ¿En qué se parecen un hombre y un tubo de pasta?
- Grrrrrr...
- En que hay que apretarlos para que suelten la pasta...
III
Había una escena memorable en que el Peter Adulto de Robin Williams evoca un conjuro que logra materializar una mesa fastuosa y de colorines: surrealista. No recuerdo más de la película, pero la ovación del cine fue unánime, el estruendo total...
El XI Festival es un cine de barrio en medio de una ciudad satélite. Se fue la luz y me quede sin ver si Peter Pan rompía lanzas por un beso de Campanilla.
Al salir, los coloridos manjares no aparecieron. Ni el rutero. Pero nos reíamos todavía...
IV
Empezamos a vernos en la parada de Kasalta. Su padre era inventor nato, y en su casa había ese maná del cielo urbano llamado antena parabólica. Le gustaba por sobre todo un disco de America, pero nunca lo ponían en VH1. Madonna y Elton John estaban en auge. Y yo seguía oyéndola silbar a Bruce cuando nos sentábamos a comer las cosas que conseguíamos en las cafeterías de Alamar. “Cientos de años, miles de días...” como decía parodiando su “rollito de proyector” preferido.
Y seguíamos echándonos los turnos viendo el VH1. Los chistes feministas mutaron a chistes sobre comida. Creo que nos escondiamos de una Habana de los 90 donde sólo se hablaba de comida. En los sueños de mucha gente flotaba un banquete como el de Peter Pan.
Una tarde estábamos comiendo unos patitiesos espaguetis cuando empezó a tocar Bruce Hornsby su “The Way It Is”
Fue un éxtasis total. Tocaba en el brazo del sillón los supuestos acordes de la canción y yo me reía muchísimo de aquella pianista entusiasmada que tenía diarreas cada vez que estrenaban una película en HBO. Nos pusimos a cantar las canciones del programa y la risa y la risa, hasta que se fue otra vez la luz.
V
Mi amiga esta ahora mismo lejísimo. Chateamos y me río. No sé si tendrá ganas aún de comer aquel tremendo festín. Desde aquí no te puedo tirar cake, lo siento. Pero me voy a poner a tocar en el brazo de mi sillón con el 1, 2, 3 y...
Wednesday, October 04, 2006
Tuesday, October 03, 2006
Marcelo en la Madre Patria: Aftermath
Hoy me levanté oyendo a Jim Morrison. Hacía muchos años que no estaba de ánimo para ser yo mismo a las 7 AM a la vez que Morrison balbucea sus “This is the end, beautiful friend” y yo me quede inerte. Creo que ya en Cuba no podía oírlo sin sentir la sobrecogedora fuerza de sus versos… El CD durmió en gavetas y gavetas, allí donde ciertas fotos...
Dios mío ese “The End” allá por el 2003...
Y sin embargo, yo lavándome los dientes a la vez que mirando los claros que van ganando terreno en mi pelo. Allá lejísimo –treinta años- Jim se entrega a su hybris. Esta pasando el tiempo para mi claro, Jim es eterno…
Pero también es verdad que el bálsamo de las horas va sanando rebanadas y llenando cavidades. O eso cree, con poco entusiasmo y muchas lagañas, Marcelo:
I
Si, es verdad que el tiempo pasa; que no se puede arrastras las anclas del pecho eternamente sin que algún día venga un amanecer que te sorprenda con su luz y tú veas en todo su detalle el amplio surco que has dejado atrás en tu empecinamiento…
En el surco hay un interminable desfile de días. Sepultados o destrozados por el peso de las anclas, se han ido. Tan estérilmente, pero se han ido. Pienso en la niebla que a veces llena mis ojos cuando miro adelante… En esos días Pink Floyd y Led Zeppelín alternan sus imágenes cuando me voy rumbo al trabajo.
Es otoño… Siempre poniendo unas hojitas en mi camino, que suelo ver revolotear con no sé que extraños patrones y dibujos en el aire; que me recuerdan a mi, a ti que ahora lees, a Casal en su piso 27 en Toronto, a mis padres leyendo los escasos correos que me animo a escribir… Y por supuesto, a una niña que juega con un conejo que voló de China a la Madre Patria sólo para luego seguir viaje a Cuba e irse a dormir todas las noches con esa niña; que si, es mi hija.
Mi hija que ya sabe pintar casitas con bombillitas llenas de unas rayas que según recuerdo yo y quizas tú también pintamos... Hablamos por teléfono, cuenta hasta 20 conmigo y alguna que otra vez pregunta inocentemente por que tengo que colgar.
En mi cartera hay una foto donde mi hija juega con una hojita también; sentada en aquel sillón junto al árbol de guayaba, sin hojas. El otoño ha llegado allí también, pero llueve.
III
Should I fall out of love, my fire in the light
To chase a feather in the wind
Within the glow that weaves a cloak of delight
There moves a thread that has no end.
For many hours and days that pass ever soon
The tides have caused the flame to dim
At last the arm is straight, the hand to the loom
Is this to end or just begin?
*all of my love, all of my love, all of my love to you. (repeat)
The cup is raised, the toast is made yet again
One voice is clear above the din
Proud aryan one word, my will to sustain
For me, the cloth once more to spin
Chorus
Yours is the cloth, mine is the hand that sews time
His is the force that lies within
Ours is the fire, all the warmth we can find
He is a feather in the wind
Chorus
VI
Supongo que lo justo sería contar aquí una larga saga de trámites, pifias, sortilegios –fallidos y otros no tanto; toneladas de papel y fotocopias que como orcos de Sauron me persiguen y perseguirán para siempre… A lo mejor sería hasta útil. Si, esta todo solucionado: trabajo, papeles y toda la lista de siempre. Incluso, queda la música, como diría Aute.
¿Cómo puedo ser amargo con tanto confeti de mi lado, con tanto folio acuñado en el horizonte?
V
¿Importa algo quien es Marcelo? Miro a mí alrededor. Creo que no, es uno más; la Madre Patria es un barco que nos ha recogido. Compañeros de naufragio vamos todos en ella.
Allí en la proa esta alguien que conozco imaginando una empresa con que dejar de preocuparse por el próximo despido. Por los fanales vagan los náufragos que persiguen inútilmente los fantasmas del consumo, tristes corren tras una TV por cable o una crema que les quitará años y años a su piel… Y tantos, tantos; marcando el paso o remando, conservando sus manos y su alma lo mejor posible; ansiosos de llegar a casa y sentir aun la delicadeza de los pétalos de las flores que en secreta disidencia cultivan.
Y luego el espanto que me causa la larga cola de extranjería, llena de dramas insolutos y angustias nocturnas; atrapados todos en esa especie de monstruosa red que arrastra la nave de la Madre Patria en su azaroso navegar con la proa invariablemente rumbo al Dinero y la Opulencia...
VI
No hay finales felices o tristes, pues en realidad nada acaba del todo realmente. No hay aftermath; sólo una gran mesa llena velas apagadas, lanzas rotas y alguna que otra rosa. Borrones y folios en blanco.
Pero me quedo con este final imaginario en que cómo el erizo de cierto animado, voy una y otra vez a visitar a un amigo lejano –que sería el oso del cuento- mientras llevó a mi espalda el enigmático atillo. Al igual que él, mi vida avanza a una rara distancia de lo que me rodea, sólo entrenido en ocasiones con lo que encuentro en el fondo de ciertos pozos: estrellas y ecos.
Entonces aparece una y otra vez el Caballo Blanco.
Buscándolo entre en la niebla voy. El final posible lo narra el cuento: estoy sentado a su lado al calor del fuego, pero me pregunto una y otra vez en un minuto infinito, que será del Caballo Blanco; allá en la Niebla…
Y es que ahí están los libros de Vallejo, el árbol de guayaba y los dibujitos de mi hija para recordarme: el momento más terrible de mi vida no ha llegado todavía.
Ahora lo sé tan bien…
Hoy me levanté oyendo a Jim Morrison. Hacía muchos años que no estaba de ánimo para ser yo mismo a las 7 AM a la vez que Morrison balbucea sus “This is the end, beautiful friend” y yo me quede inerte. Creo que ya en Cuba no podía oírlo sin sentir la sobrecogedora fuerza de sus versos… El CD durmió en gavetas y gavetas, allí donde ciertas fotos...
Dios mío ese “The End” allá por el 2003...
Y sin embargo, yo lavándome los dientes a la vez que mirando los claros que van ganando terreno en mi pelo. Allá lejísimo –treinta años- Jim se entrega a su hybris. Esta pasando el tiempo para mi claro, Jim es eterno…
Pero también es verdad que el bálsamo de las horas va sanando rebanadas y llenando cavidades. O eso cree, con poco entusiasmo y muchas lagañas, Marcelo:
I
Si, es verdad que el tiempo pasa; que no se puede arrastras las anclas del pecho eternamente sin que algún día venga un amanecer que te sorprenda con su luz y tú veas en todo su detalle el amplio surco que has dejado atrás en tu empecinamiento…
En el surco hay un interminable desfile de días. Sepultados o destrozados por el peso de las anclas, se han ido. Tan estérilmente, pero se han ido. Pienso en la niebla que a veces llena mis ojos cuando miro adelante… En esos días Pink Floyd y Led Zeppelín alternan sus imágenes cuando me voy rumbo al trabajo.
Es otoño… Siempre poniendo unas hojitas en mi camino, que suelo ver revolotear con no sé que extraños patrones y dibujos en el aire; que me recuerdan a mi, a ti que ahora lees, a Casal en su piso 27 en Toronto, a mis padres leyendo los escasos correos que me animo a escribir… Y por supuesto, a una niña que juega con un conejo que voló de China a la Madre Patria sólo para luego seguir viaje a Cuba e irse a dormir todas las noches con esa niña; que si, es mi hija.
Mi hija que ya sabe pintar casitas con bombillitas llenas de unas rayas que según recuerdo yo y quizas tú también pintamos... Hablamos por teléfono, cuenta hasta 20 conmigo y alguna que otra vez pregunta inocentemente por que tengo que colgar.
En mi cartera hay una foto donde mi hija juega con una hojita también; sentada en aquel sillón junto al árbol de guayaba, sin hojas. El otoño ha llegado allí también, pero llueve.
III
Should I fall out of love, my fire in the light
To chase a feather in the wind
Within the glow that weaves a cloak of delight
There moves a thread that has no end.
For many hours and days that pass ever soon
The tides have caused the flame to dim
At last the arm is straight, the hand to the loom
Is this to end or just begin?
*all of my love, all of my love, all of my love to you. (repeat)
The cup is raised, the toast is made yet again
One voice is clear above the din
Proud aryan one word, my will to sustain
For me, the cloth once more to spin
Chorus
Yours is the cloth, mine is the hand that sews time
His is the force that lies within
Ours is the fire, all the warmth we can find
He is a feather in the wind
Chorus
VI
Supongo que lo justo sería contar aquí una larga saga de trámites, pifias, sortilegios –fallidos y otros no tanto; toneladas de papel y fotocopias que como orcos de Sauron me persiguen y perseguirán para siempre… A lo mejor sería hasta útil. Si, esta todo solucionado: trabajo, papeles y toda la lista de siempre. Incluso, queda la música, como diría Aute.
¿Cómo puedo ser amargo con tanto confeti de mi lado, con tanto folio acuñado en el horizonte?
V
¿Importa algo quien es Marcelo? Miro a mí alrededor. Creo que no, es uno más; la Madre Patria es un barco que nos ha recogido. Compañeros de naufragio vamos todos en ella.
Allí en la proa esta alguien que conozco imaginando una empresa con que dejar de preocuparse por el próximo despido. Por los fanales vagan los náufragos que persiguen inútilmente los fantasmas del consumo, tristes corren tras una TV por cable o una crema que les quitará años y años a su piel… Y tantos, tantos; marcando el paso o remando, conservando sus manos y su alma lo mejor posible; ansiosos de llegar a casa y sentir aun la delicadeza de los pétalos de las flores que en secreta disidencia cultivan.
Y luego el espanto que me causa la larga cola de extranjería, llena de dramas insolutos y angustias nocturnas; atrapados todos en esa especie de monstruosa red que arrastra la nave de la Madre Patria en su azaroso navegar con la proa invariablemente rumbo al Dinero y la Opulencia...
VI
No hay finales felices o tristes, pues en realidad nada acaba del todo realmente. No hay aftermath; sólo una gran mesa llena velas apagadas, lanzas rotas y alguna que otra rosa. Borrones y folios en blanco.
Pero me quedo con este final imaginario en que cómo el erizo de cierto animado, voy una y otra vez a visitar a un amigo lejano –que sería el oso del cuento- mientras llevó a mi espalda el enigmático atillo. Al igual que él, mi vida avanza a una rara distancia de lo que me rodea, sólo entrenido en ocasiones con lo que encuentro en el fondo de ciertos pozos: estrellas y ecos.
Entonces aparece una y otra vez el Caballo Blanco.
Buscándolo entre en la niebla voy. El final posible lo narra el cuento: estoy sentado a su lado al calor del fuego, pero me pregunto una y otra vez en un minuto infinito, que será del Caballo Blanco; allá en la Niebla…
Y es que ahí están los libros de Vallejo, el árbol de guayaba y los dibujitos de mi hija para recordarme: el momento más terrible de mi vida no ha llegado todavía.
Ahora lo sé tan bien…
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