Tuesday, July 06, 2010

"The Small Walk of King's Knight: entering e4”
I
Seguro querías irte de algún lugar, como yo. Por eso estamos aquí, pululando en el centro. Desde muchos lugares hemos huido. Desarrollarnos, era eso. ¿Qué hace un Caballo allá en la última fila? ¿O un Alfil enredado entre peones de color cercano o francamente opuesto? ¿Y cómo ser Torre y no codiciar todo el rank que espanta a todos cuando este tú en él? Ser respetado es muy de uds, torres.

Quizás tu caso eso peor. ¿Eras acaso, como yo, un peón que soñaba la corona?

Y entonces de seguro pasaste todos los exámenes, fuiste poniendo inconscientemente las líneas que ahora decoran tu CV… Piénsalo. CV: “carrera de la vida”. Cómo el corredor de Sillitoe, estirando músculos y afinando poco a poco el armamento para irte al centro. And rule!
Intenta hacer estos apuntes básicos. No puedo resistir a ratos el efecto de esos bullets:

· Nacionalidad: ¿Cubano?, ¿Español?
· Estudios: ¿Ingeniero Eléctrico? ¿Ingeniero informático?
· Profesión: ¿Jefe de Proyectos? ¿Muelero? ¿soul-less-wood-trader? ¿emigrante?
· Experiencia: 1973 - 2004 Apertura cubana
2004 – 2007 Casilla e4
2008 - hoy Casilla a4

Primer stasimon, por Tracy Chapman:

You got a fast car
I want a ticket to anywhere
Maybe we make a deal
Maybe together we can get somewhere
Anyplace is better
Starting from zero got nothing to lose
Maybe we'll make something
But me myself I got nothing to prove


II
El camino a e4 no es precisamente de ladrillos amarillos. Tampoco lo ponen siempre ante nuestros pies los dioses y sus hados. Pero una vez puesto: ¿has de tomarlo? Te saco apuntes de mi CV. Costes: renunciar a la lista estándar del emigrante. Familia, amigos, los paisajes (discursivos o no), ideales cuasicaballerescos a ratos, libros por escribir o leer, sueños infantiles de toda clase y por supuesto las tardes esas sin que la vida no tiene el mismo sentido (gracias Bowles por apuntarlo). Todo parecía poco a los dioses por dejarme llegar a e4. Todo me parecía negociable, prescindible, por plantarme en medio de e4.

¿Deus ex machina? Si, algo así. Pero también grandes cantidades de jugadas, mover mis piezas: enrocar a tiempo, poner la mente a trabajar ante un súbito jaque, no sucumbir a gambitos suculentos…

e4 fue mío.

A los 31 años, el caballito rampante en e4. ¿Recuerdas la euforia, caballito? Era un poco como los videos de Electric Light Orchestra: All over the world, All over the world…

http://www.youtube.com/watch?v=gdPJ9BtqK7w

Segundo stasimon, por Emile Cioran:
Cuando comenzamos a reflexionar sobre la vida, a descubrir en ella un infinito de vacuidad, nuestros instintos se han erigido ya en guías y fautores de nuestros actos; refrenan el vuelo de nuestra inspiración y la ligereza de nuestro desprendimiento. Si, en el momento de nuestro nacimiento, fuéramos tan conscientes como lo somos al salir de la adolescencia, es más que probable que a los cinco años el suicidio fuera un fenómeno habitual o incluso una cuestión de honorabilidad. Pero despertamos demasiado tarde: tenemos contra nosotros los años fecundados únicamente por la presencia de los instintos, que deben quedarse estupefactos de las conclusiones a las que conducen nuestras meditaciones y decepciones.

III
Pero luego el centro es difícil de mantener, como sabe todo jugador. Empiezan las amenazas de mate, los intercambios desiguales. Piezas mayores que un simple caballito presionan por todos lados y empiezan a ser cada vez más lentas tus jugadas. Hay que pensarlas, tienen implicaciones. Vienen el temor, ansiedad, las tácticas…

También las pequeñas victorias. Puedes ir sin problema al flanco derecho o el izquierdo con sólo un movimiento. Estar en e4 te ha dado eso. También valor como pieza. Tal pareciera que un caballo en e4 valga el doble. Si se mantiene, el juego parece sonreírle. Sabe dios a costa de cuanta maniobra ha llegado el medio juego y el caballo ahí en e4 mirando cara a cara sin miedo a las mismísimas torres que todo aplastan.

Pero el juego sigue y de pronto una debilidad en la retaguardia muestra la indefensión de todo el que juega. Se ha colado un alfil donde no se suponía y el final ya está menos claro…

IV
Partida aplazada, de momento.

V
Recuerdo una tarde en valle de Lago, Somiedo. Ahí estaba otra vez en un sofá viendo una película japonesa –un animado llamado 5 centimetros por segundo- y proyectando mis propios pensamientos en la trama. No era gran cosa –mis pensamientos- pero el aura de habitar e4 hace que meditar sobre nosotros mismos sea sólo un caballito con alas que nos sobrevuela a todas horas. En medio de los diálogos de encuentro y desencuentro de los personajes, una voz en off habla del “Hanami” o placer de ver caer los pétalos de las flores en Japón. Especialmente en el árbol cerezo (sakura) Y lo explica lentamente…



“Hay veces que parten dos pétalos de una misma flor o una misma rama y van cayendo lentamente. Mientras pasa el mismo tiempo para ambos, cada vez esos pétalos se alejan más y más. Pero el verdadero placer esta en ver que dos pétalos que se desprenden de ramas distintas, de flores distintas, de arboles distintos y lejanos; van cayendo solas o entre otros pétalos raros y esquivos hasta que topan uno con el otro y empiezan de pronto a girar juntos mientras caen dando especial belleza al momento. Hacen una especie de pequeña sombrillita que les protege de los otros pétalos que caen y así revolotea hasta alcanzar el suelo y ya quedan ahí juntos hasta que llega la nieve y les hace desaparecer entre las hierbas“

VI
Y entonces empezamos a mirar las anotaciones de la partida. Llamémosle recuerdos, CV o simplemente estar frente al Malecón en un viaje de esos que hacemos a Cuba para poner alguna cosilla en orden y cerrar los ojos al derrumbe y la entropía.

Temas pedestres como papeleos o el reencuentro con alguna casilla donde el caballito estuvo camino de e4, da igual. Cierras los ojos.

Las preguntas... Las dudas... Otra vez el CV.

¿Está bien esto de e4? ¿Y que tal si me largo de una vez hacia a4?

Stasimon, por Charles Baudelaire
Un puerto es una encantadora morada para un alma cansada de las luchas de la vida. La amplitud del cielo, la arquitectura móvil de las nubes, el colorido cambiante del mar, el centelleo de los faros, son un prisma adecuado maravillosamente para distraer los ojos sin cansarlos jamás. Las formas esbeltas de los navíos de aparejo complicado, a los que la marejada imprime oscilaciones armoniosas, sirven para mantener en el alma el gusto del ritmo y la belleza. Y además, sobre todo, hay una suerte de placer misterioso y aristocrático para el que ya no tiene curiosidad ni ambición, en contemplar, tendido en la azotea o apoyado en el muelle, todos los movimientos de los que se van y de los que vuelven, de los que aún tienen fuerza para querer, el deseo de viajar o enriquecerse.