I
Amaneció con una frialdad que a mí siempre se me antoja apocalíptica. Estamos en pleno julio del hemisferio norte, no puede ser…
El trayecto que me he impuesto hacer es largo y solitario, nadie va por esa senda. Así que poco a poco el frío va llegando a gustarme y entonces las urracas me empiezan a parecer simpáticas dando sus saltos entre la hierba recién cortada. Pensaba en la frase de la hija de Mauricio en la película “Páginas del Diario de Mauricio” cuando dice que es feliz, pero con una piedra en el zapato.
Una piedra en el zapato. Uy. ¡Urracas y verdecito césped, alejen de mi esos pensamientos!
Pero ya había ocurrido. Justo antes de entrar “a cambiar oro por baratijas”, o sea, trabajar; me quedé pensando en “Papeles Secundarios”
II
Cada dia hablo y escribo menos, pensé al salir a casa con mis baratijas ¿ganadas? y un calor agobiante. Me detuve junto a la escalera del Metro...
Mire la tarde -no había urracas. La calle solitaria de la mañana estaba llena de gente. Me permití tres cambios de semáforo pensando en los haykus de Basho y mirando mis zapatos.
Y Basho decía:
La primera nieve
basta para doblar
los gladiolos
Maldita piedrecita mía...