Friday, June 30, 2006

Memorias de la Vida Laboral (Parte I)
Dedicado a Guille Vilar
Matrix es real, hasta cierto punto. Pero a veces creo que estamos en la realidad
equivocada.
Raúl Flores. Entrevista en Caimán Barbudo. 2005
Lo primero en que hoy pienso es en Guille Vilar. Hace 15 años, creo, vi por primera vez
"A Capella". Durante años estuvo él y su tropa dándome una mini dosis de video y con suerte un poco de aquellas cosas que alimentaban mi imaginación de entonces. De pasada, recuerdo que escribía muchísimas tonterías y soñaba la redacción de un supuesto libro que contaría lo que en aquellos años pasaba con una sociedad donde la electricidad y el petróleo habían dado un bye bye muy estrepitoso llamado "Periodo Especial". Se iba a llamar "El XCIII", para no insultar el reposo de Víctor Hugo con mi mala prosa, y por juguetear con la idea que alimenta el afamado "Quatre-vingt-treize" del citado.

Un día me gradué y mis pies solitos bajaron a la tierra: al terminar de estudiar la carrera, empecé a trabajar en la Empresa de Mantenimiento a Centrales Eléctricas (aquella llave inglesa con las siglas EMCE que llevaba mi overall en la espalda no la olvidaré nunca).

Mis días transcurrían entonces en los más diversos lugares: El Mariel, Santa Cruz del Norte, Casablanca, Tallapiedras... Creo que visité cada termoeléctrica de Cuba al menos una vez. Pero vegetaba.

De vez en cuando le daba un poco de comer a mis neuronas con algún festival de cine, función de teatro (aún recuerdo aquel "Historia de un Caballo" que me tuvo días sin querer hacer otra cosa que leerme todo Tolstoi), y por supuesto: el libro de turno.

Hubo una temporada inolvidable en Ganuza, San José de la Lajas; donde mientras transcurría un mantenimiento, me tiraba horas con un ordenador escribiendo cosas que no creo tener jamás el descaro de llevar a la imprenta. También comía los mejores aguacates de mi vida; la pasada, la presente y la futura. En mis escritos, nacidos todos entre el ruido de los turbogeneradores, había un personaje llamado Julio con el que me remitía revivir mi personalidad adolescente; con suerte los mejores detalles de mis desafueros en los parques de Mayía y Cortina, allá en mi proustiano Santo Suárez.

Pero de 8 a 5 vegetaba inexorablemente.

Es mi destino recordar. La verdad es que disfruto iniciando a la gente en aquello que me estremeció alguna vez. Pero no lo hago lo suficientemente bien. Mi vanidad y mí alegría revolcándose juntas. A veces viene bien. Me ponía a leer un rato a Ena Lucía Portela y se me hacía evidente que era mejor seguir midiendo el voltaje entre escobillas de un turbo SKODA de 64 MW.


Pero un día de 1999 estaba en casa de Rainer, allá en Guanabacoa, cuando sintonicé "A Capella" y ahí fue cuando vi algo que cambiaría mi vida para siempre: un video clip.

Dicho así parece algo superficial, un exceso de vanidad a todo aquello de "las condiciones objetivas y subjetivas" del Marxismo. Pero es verdad que hice catarsis en sólo unos minutos de video clip. De video clip interrupto, pues se fue la luz antes de terminar. Los recuerdos adquieren aquí precisión nanométrica: estaba con un libro de "Análisis de procesos transitorios", horror de próximo examen en un postgrado que pasaba por pura indolencia allá en el CIPEL con "el profe Tony". Por si surge la curiosidad, es una asignatura donde te enseñan a calcular con unas derivadas verdaderamente agobiantes, el sí con un rayo que cayera en Buena Vista se queda o no todo el Cotorro sin ver la telenovela.

Lo cerré. Me di cuenta de las horas que tan tontamente había estado sacrificando en una ingeniería sin sentido (para mí, queridos ex colegas), en una vida tan ilógicamente mal empleada...

Había visto "Atom Bomb", del grupo británico Fluke.






No es que fuera un gran video. Sólo que me di cuenta en sólo un segundo de que allá lejos en el 1991, al salir de la Lenin, había perdido el rumbo. ¿Cómo pude dejar atrás la informática a la que dedique tantas horas en los laboratorios en mis años de La Lenin? Y desde ese mismo día quise volver a la informática. Yo tenía que ser capaz de saber como alguien habia hecho algo como eso que había y no habia visto en la TV...

Saturday, June 24, 2006



Llevo tiempo acostándome tarde... Casí me puedo imaginar a Marcel Proust mientras estoy escribiendo esto y luego de llevar casi 3 días seguidos posteando como un vehemente en el blog de los muñequitos rusos de Aurora a.k.a Akekure; viendo como resanar las oquedades de la memoria de otros. Yo no tengo ese bálsamo a la memoria que es olvidar. En fin, he terminado adicto al sitio de YouTube...


De tanto remover han aflorado una gran cantidad de gatos muertos y especies abisales que tengo por alla adentro. Pero el que más sale a flote es el fantasma, ya hecho caricatura, del "diversionismo ideológico"

En los ochenta, junto con los pullover de "Wrangler" y las zapatillas "Saxxon"; llegaron la música del New Wave, la cultura Pop imperante y las maneras anglófonas a mi entorno. Hasta ese tiempo yo sólo vivía para estudiar, criar mis peces religiosamente según el credo de un libro de Henry Favre llamado "El Acuario" (tiene multiples reencarnaciones) y ver las aventuras de "El Mayor", de las que sólo recuerdo el título y aquellas canciones de Silvio Rodríguez que aún hoy me acompañan.



San Silvio y San Pablo, decía mi padre con sorna. También me habían dejado claro que esa música era la valida, la correcta.

Y un día llegaron los grupos como Tears For Fears, A-HA, Daryl Hall y John Oates... El debate era solventado por revistas como "Nosotros" y la extinta "Opina", en donde lo mismo se les ponia el sello de la maldición, que se publicaba la letra integra de las canciones. En las escuelas, aquellos que ahora seriamos "nerds" tratabamos de aprendernos aquellas canciones en inglés como elemento diferenciador. Recuerdo a mi primo Yrais Rodríguez enseñándome a bailar como Curt Smith en este video para una competencia de baile; aquella en la que mi profesora de cuarto grado Maria Victoria me obligó a participar bajo la premisa de "integrarme".



Pero habia un denominador común en todo aquello que empezaba a entrar en la cultura cubana: el rasero del diversionismo ideológico. Si o no, blanco o negro.

Cuando terminé la primaria, me "tocaba" irme a la secundaria ESBU "Manuel Permuy" del Reparto Guiteras, donde el idioma que se estudiaba era el ruso. Yo me sentí perdido. Mi madre, que veía el mismo horizonte que yo, hizo todo tipo de maniobras y pude terminar yendo a la ESBU "14 de Junio".

Esa fue mi primera emigración. Bueno, mas bien siempre fuí emigrante. Iba a escuelas que no estaban en mi municipio, jugaba y sentía placer, deleite ánimal casi, de cosas hechas para alemanes (Legos de la época), con manuales en alemán. Memorice mitos en idiomas que ni siquiera aprendí, coreaba canciones que hablaban de cosas absurdas para el trópico.

Ya en el preuniversitario, La Lenin (EPD), velaba a los aviones de Rancho Boyeros y los pintaba surcando el cielo en las carátulas de mis libretas. Luego boté las libretas, llenas de tanta matemática y cosas abstractas, pero guarde las carátulas.

Algún día que olvidé ya -a veces consigo estas bendiciones- quemé las carátulas y cambie todos los aviones por vueltas en círculo en los parques de La Víbora y Santo Suárez. Amé el Parque del Pescado, ánimal fuera de su medio... Así solía autocompadecerme yo. Martirizados ambos por un sol que no pedimos. Añorar

Me reuní con gente rara como yo -emigraron todos, en los mismos aviones de las carátulas...



Un dia me tocó mi avión. Y luego la sapiencia del fuera de lugar, el sabor amargo permanente, el enorme poder de tomar cuanta distancia quisiera respecto a los mitos, los juegos y las canciones de la tierra donde me tocó nacer.

Luego ya no soñaba a Cuba, casí creía haber olvidado, tan largo había sido mi entrenamiento; tan grande mi ingratitud al sol y la luz donde dí mis primeros pasos. A veces, entre otras pesadillas no deseadas, se asoma sin embargo un trillo o callejuela que me estremecía con su recordada belleza.

Entonces volvía al Parque del Pescado, micrócosmos remoto. Alli siempre un verdor de arboles y ausencia de mi cuerpo; sólo mente. Y a veces, que alegría, la música y yo . Pero esa música era Tears For Fears...


High time we made a stand & shook up the views of the common man
And the love train rides from coast to coast
DJ's the man we love the most
Could you be, could you be squeaky clean
And smash any hope of democracy
As the headline says you're free to choose
There's egg on your face and mud on your shoes
One of these days they're gonna call it the blues, yeah yeah

¿Cómo podrán esos pobres canguros reinventarse su Australía en el Zoo?

¿He perdido una aleta, un ojo, escamas...? Puede un salmón remontar una cáscada, así que no debía de temer yo; menos aún confundirme con los cantos de sirena que desde los lejanos parque me lleganban, entre confusos y nostálgicos.

Y es que había esperanzas: hay peces voladores. Mezcla de avión y de pez, siempre emigrando.

Todo eso estuvo bien un tiempo.

Todo estaba bien, hasta que un día andando por Alcorcón, me encontre este coche "LADA"



Todo vino de golpe. La nostalgía, la desazón, la apatía por lo que me rodeaba...

Primero pensé que era cosa de un par de ´días, el fruto de una mala dieta... Después lo he ido incorporando poco a poco, hasta que todas mis partes se han sabido reconciliar. Al final, el blog de Akekure me trajo una gran cantidad de conchas y zargazos que me hacen entender que no soy el único que necesita de vez en vez echar un pulso entre uno mismo y el Tiempo...

Pero en mi corazón, sigo lleno de ecos. Me pueblan los muñes rusos, el Mayor, San Silvio y por supuesto; toneladas de un diversionismo ideológico fébril: