Hace ya casí 20 años que me lei Desayuno de Campeones... Fue, como casí todas las lecturas de aquellos tiempos, excesivamente incorrecto.
Me erosionó.
Me llenó de la mala idea de que se puede SER y ESTAR. Me quitó la necesidad de PERTENECER. A la tercera lectura me parecía absurdo estar aprendiendo a desarmar un fúsil AK-47 (aquí ya tenía 18 años) y emplear el tiempo vanamente en los ciclos infinitos de atracción-repulsión que nos corroén en esas edades. Las fiebres. Todo atrás luego y un túnel llamado "Universidad" (cómo no tengo pinzas y si mucho asco, pongo comillas)
En algún momento Kurt Vonnegut (cuarta o quinta vez) decía que todo su libro no era más que una larga acera en la que iba lanzando la mierda que le habían metido los años en el cerebro (sic). Es una versión apócrifa, por supuesto. Pero la idea estaba ya bien plantada en mi cabeza: hay salvación en esa acera.
Así que levanto mi copa a tu salud, Vonnegut.
Kick starting...