Friday, February 22, 2008

Interludio I: El Desierto
Para Since

Antes de entrar en el desierto
los soldados bebieron largamente el agua de la cisterna.
Hierocles derramó en la tierra
el agua de su cántaro y dijo:
Si hemos de entrar en el desierto,
ya estoy en el desierto.
Si la sed va a abrasarme,
que ya me abrase.
Ésta es una parábola.
Antes de hundirme en el infierno
los lictores del dios me permitieron que mirara una rosa.
Esa rosa es ahora mi tormento
en el oscuro reino.
A un hombre lo dejó una mujer.
Resolvieron mentir un último encuentro.
El hombre dijo:
Si debo entrar en la soledad
ya estoy solo.
Si la sed va a abrasarme,
que ya me abrase.
Ésta es otra parábola.
Nadie en la tierra
tiene el valor de ser aquel hombre.

J.L.Borges

Wednesday, February 20, 2008

La vocación para el eterno retorno III
(Requiem a la I triple E)


I
Los laboratorios de alto voltaje del CIPEL tenían el olor penetrante del aceite de transformadores. El trueno y el relámpago eran allí dueños y señores absolutos de aquellas tardes infinitas de Cálculo. Tu libro de Frank Ayres descansaba a menudo sobre mi tomo I del Kudriavtsev.

Ambos inútiles.

Nos dedicábamos en cuerpo y alma a todo menos la integral triple.

Con que precarios materiales fabricamos nuestro más amado pasado dear Since: croquetas incomibles, guaguas que no pasaban, libros que se deshojaban, tardes de pasar hambre en una mesa de dibujo, frialdades de mañanas de octubre y noviembre, inaudibles LPs de música clásica de la José Martí… Y los mejores entre los mejores de los atardeceres todos.

Dejé de oír Radio Martí y las canciones fresonas, carrozas y frívolas de Steve Winwood para hacer inmersión total en las nostálgicas notas de Satie, Ravel y alguna que otra cosa de Queensryche que se nos colaba.




II
Y entonces la fiebre… Y el sudor, y las tremendas ansias del redentor timbre del sexto turno.

Las caminatas-peregrinaciones se sucedían en cuanto parque tenía la Habana en aquellas altas calles de Santo Suárez, la Víbora y Luyano. Como desarrapados druidas –recuerdo aquí nuestras mochilas camouflage- amamos la Rama Dorada que nacía en ciertos anocheceres en la esquina a D´Strampes del Parque de los Parques.





III
Y por supuesto, llegó un suspenso en Cálculo. Y madres y padres preocupados con vocación de Capuletos y Montescos. Y huecos en mis mejillas de no comer. Ah, narizoncita, y que decir de aquellas poesías tuyas llenas de vocación mística y de un repentino crucifijo en mi pecho. O de las novelas de Van Der Mersch o los colores raros de un libro de Stefan Sweig en la librería que tú y yo sabemos. ¿Cómo hacer visibles a los demás el Paraíso de nosotros dos pobres adolescentes que caducaban en rumbo a las prisiones todas de la adultez y la rutina? ¿Cómo contarle a nuestra generación de padres que miraban caerse Muros de Berlín o cantaban entusiasmados el “Ya viene llegando” de Willy Chirino que la Vida –con mayúscula- eran aquellas confesiones a la luz de los últimos faros de mercurio de la calle Acosta?
Peor: como decirles que eso no ha cambiado...

O simplemente que aquellas noches no se irán nunca.

Y que este “smaran” infinito que me acompañará siempre como una segunda piel...

Sunday, February 03, 2008

La vocación para el eterno retorno II (Rivers)

I
Hace frío hoy. No me da deseo de salir. En mis oidos esta el estruendo de las torretas de Mar Sara. Dejo el juego un momento y me hago un té. Es un té muy proustiano a esta hora del día en que mirando distraidamente veo un libro de Tagore. El libro viejo y destartalado es como una de esas puerta entre mundos que abundan en el universo del Starcraft.



II
Ella leía a Mircea Eliade y yo a M. Bulgakov. Parecería que estábamos locos a los 17 años discutiendo de cabalas y los pliegues del tiempo. Alimentándonos de croquetas y helados de L´Ward y paseándonos la Víbora entera 7 veces por semana nos alejábamos a pasos de gigante de ser dos polivalente –¡oh perfil ancho, quien se acuerda de tí!- ingenieros de la CUJAE…

Hacia frío en Cuba en aquellos tiempos. Alguna vez leí que por culpa de la erupción del Pinatubo a medio mundo de distancia. Yo simplemente creo que todo me parecía bello desde aquella primera mañana en que apareció en mi vida y hablamos de música clásica y mística oriental –aquí sólo hablaba ella. Había renunciado a la idea de estudiar con tal de que tuviéramos tiempo de escapar a la Biblioteca Nacional para leer aquellas cosas tan inútiles para aprobar Cálculo y Química.

Tenía una mirada que me hacía pensar en el Cantar de los Cantares, la música de Ravel y era como un viento en el pinar su pelo largo. Sus ojos quedaban fuera de todo símil que mi mente sea capaz de concebir. Era como una pequeña zorra de los cuentos: sabia, solitaria, bella y con unos dientecillos que sabía que nunca me morderían… En una imaginaría banda sonora a las imágenes de aquella época, siempre sería “The Rivers of Believe”



III
Ya se que me estoy poniendo cursi.

Pero esta mañana lo único que logro hacer, sentado frente a la línea de torretas que defienden Mar Sara de los Zerg; es ver como el reseco lecho de aquel río místico ve correr por primera vez en años un plateado hilo de agua. Esta empezando el retorno, puedo sentirlo...